Como cambian los tiempos, Venancio, qué te parece. Antes la
gente iba a los sitios para vivir experiencias y ahora van para que otros vean
que las han vivido, aunque esto implique perdérselas ellos. Ya no es suficiente
con los 15 minutos de fama que cada cual según el dicho va a obtener a lo largo
de su vida, (yo también salí por la tele de jovencita, de florero en un par de
programas de la televisión autonómica, para sacarme unas pelas) ahora todos
quieren que se hable de ellos todo el tiempo. Y si esto ya resulta cargante en
los famosos de verdad (cansina la petarda de Myley Cyrus y sus selfies sacando
la lengua cual caniche agotado) no digamos en los españolitos de a pie.
Ingenua de mi, yo creía que esta moda de fotografiarse en
TODAS partes haciendo CUALQUIER cosa y automáticamente subirlo a la red para
que todos tus followers vean lo superchachiguay que es tu vida y se mueran de
envidia, era cosa de adolescentes y adolescentas llenos de granos y faltos de
sexo, pero no, NO, NOOOOO, la semana pasada comprobé que la moda afecta a
personas de todo pelaje y condición.
Concierto de Loquillo. Sí, Loquillo, el del Cadillac
solitario, el “Feo, Fuerte y Formal”, el Crack del tupé y la frente alta, el
que va de negro y le preguntas el porqué. Me encanta, me chifla, me parece el
más grande desde la primera vez que lo ví, altísimo y arrogante, cantando que
iba a ser una rock’roll star. Pues eso, la semana pasada volví a verlo en
directo. 2 horas de concierto, el aniversario del Ritmo del Garaje, hasta 5
guitarras se juntaron en el escenario tocando como salvajes mientras Él nos
miraba a sus rendidos fans desde las alturas, impecable de traje agarrando el
pie de micro como sólo él sabe hacerlo, y yo me desgañitaba desde la segunda
fila, de negro riguroso, con el “no vine aquí para hacer amigos, pero sabes que
siempre puedes contar conmigo. Dicen de mi que soy un tanto animal, pero en el
fondo soy un sentimental” ¡Poeta, coño!!!
A lo que íbamos, que me pongo a hablar de mi Rocker favorito
y se me va la olla. A lo que voy es a que apostaría mi colección de figuras de
plomo del Señor de los Anillos a que fui la única en todo el concierto que no
llevaba móvil encima. Sobre mi cabeza, cientos de teléfonos inmortalizando el
momento, to-do-el-ra-to. Peña que en lugar de saltar y cantar y bailar,
sostenía muy quieta el Iphone mientras grababa el audio de la canción. ¿No te
la puedes descargar en Itunes o algo? Pero lo más sangrante era tener a
Loquillo a 3 metros
de ti, y tú, animal de bellota, en lugar de flipar, te das la vuelta, le das la
espalda al tipo por el que has pagado 30 euracos para ver en directo, ¡¡Y te
haces un selfie!! Mecagüenlaputa!!! ¿En serio???? A eso fue a lo que se
dedicaron un grupo de tías que tenía al lado, ¡¡a hacerse fotos y subirlas!! A
mangonear por el móvil mientras Loquillo cantaba delante de sus narices Cruzando
el paraíso. Y ninguna cumplía los 40 ya!! Pero lo más fuen cuando va y me dicen
que les haga una foto. ¡¡¡¿Peroquediceeees???!!! Les chillé que ni de coña, joder!
Que estaba viendo en directo a Loquillo, leches!!.
Y no las maté porque yo SÍ quería ver, escuchar, vivir el
momento dándome cuenta de que los viejos rockeros nunca mueren, de que me hago
mayor, de que era la primera vez que veía al Loco con mi Hombre….De que
necesitaba esa noche más de lo que creía.