25.6.14

Discreción, caballeros, ante todo discreción.


A mi la legión!!, pero con disimulo...

Una vez, un colega de trabajo, tras haber ingerido abundante cantidad de bebida espirituosa, en un viaje nosedonde, me contó una anécdota de índole sexual que le había acontecido.

Él y dos compañeros más (él y otro casados y con retoños, el tercero no lo sé) encontrábanse en un viaje comercial en un país de Europa del este que no diré cual es pero es grande que te cagas. Acababan de firmar un negocio importante, y el cliente, adinerado y tradicional en sus costumbres, les envió esa noche al hotel, para celebrarlo y sin coste alguno, a 5 señoritas de vida disipada con el fin de alegrarles la velada a los aguerridos muchachos que andaban tan lejos del calor de sus legítimas.
Mi compañero decía que claro, ellos eran 3 y las señoritas 5. ¿Será que el cliente no sabía contar, o peor aún, que uno de ellos había de ser monógamo esa noche? Así que, como buenos camaradas llegaron a un acuerdo. Todos juntos en la misma suite y que las damas fueran “rulando” como se dice vulgarmente.

No seré yo la que les juzgue por el hecho en sí de refocilarse con una (o varias) señoritas sin conocimiento y consentimiento de su parienta allende los Urales. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra etc, etc. Y además, me importa un pimiento lo que cada uno haga con su vida sexual mientras que la otra parte se deje voluntariamente.
He aquí la cuestión número 1. ¡¡Me importa un pe-pi-no!! ¿Porqué coño me lo cuenta?? ¿A mí que me importa que comparta polvo con el tarado de M…y nosequien más??? ¿Qué se cree, que me va a poner cachonda o algo?? ¿Qué esperaba, unas palmaditas en la espalda y el título de Campeón de orgías con putas y calvos barrigones?
Y he aquí la cuestión número 2. ¿Infidelidad matrimonial en grupo? ¿Así nos callamos todos porque todos sabemos lo que ha hecho el vecino? ¿Si tu hablas yo hablo? O será que iban a hacer carreras o algo…Vamos, a mi lo último que se me ocurriría en caso de ser infiel a mi pareja es hacerlo en grupo con otros que le conocen y encima contarlo a terceros. Eso es de principiantes o de gilipollas. O de desesperados porque su mujer es una sepia asexual, que todo puede ser, pero bueno, con ese marido no me extraña…

Yo misma he de confesar que en mis tiempos mozos simultaneé durante casi un año a dos novios. Un malagueño guapo de morirse, rubio y con unos ojazos verdes que tiraban de espaldas, canalla como él solo, y un valenciano moreno de ojos negros que era un cacho de pan. Al final acabé con la historia porque venía un tercero y ya era demasiado jaleo, además, el malagueño se volvía a su tierra y paso de los amores a distancia, pero el tiempo que duró la cosa, fue de lo más estimulante. Y ninguno de los dos se enteró de nada. Tenía muy claro que ninguno iba a ser el hombre de mi vida, pero tampoco hacía falta humillarlos…Discreción. En el vestir y en el amar, siempre discreción.

9.6.14

10 pequeños gestos que me congelan



Que enseñen los dedos de los pies. Si vas a nadar, vale, pero si vas por la calle, a la oficina o al supermercado, nene, ¡los dedos te los quedas dentro de las bambas! Cosa más fea que unos pies de hombre no hay, a fe mía que no la hay.

El pelo sucio. Vale que eres moderno, o heavy, o punkarra o lo que te de la gana, pero el pelo se lleva limpio. Y si lo tienes graso, más aún, y si lo tienes escaso, más aún, y si lo tienes largo, más y más aún. No puedo con la peña que no se lava el pelo, me dan mucha grima. Que hoy no me toca…Yo si que no te voy a tocar, colega, ¡ni con un palo!!

Los pelos espalderos. Ese aguerrido caballero al que le asoma la pelambrera del pechamen…hasta por la nuca. Sé que no es culpa suya, es genético…Sí, igual que nuestra celulitis, qué se le va a hacer, pero a mi me baja la líbido hasta el subsuelo ver una espalda peluda. Y si encima el pobre está calvo, ya me da penita y todo, vaya mala suerte…

Los tíos encogidos. Esos que andan por la vida como ratoncitos, pidiendo perdón por existir, hablando para el cuello de su camisa…Y haciéndose los remolones calladitos desde la última fila todo acaban consiguiendo las cosas a rebufo del trabajo de otros. No les pillo el truco. No sé si son patológicamente tímidos o tienen un morro que se lo pisan. En cualquier caso no me gustan nada. Conozco a uno que tiene una hija, y creo que sólo tiene una porque nunca más recordó el camino que debía seguir para meterla. Joder qué cruz de hombre!!!

Que dejen los objetos personales encima de la mesa para vacilarte de pasta. Te tomas unas cañas con uno y te suelta sobre la mesa del bar el Iphone 27, las llaves del Audi y la cartera de piel de bicho en peligro de extinción. Es para que no le haga bulto en los bolsillos del vaqueo Ralph Lauren. Puaaaaaj, que vomito.

El hurgamiento de nariz en los semáforos. ¡¡Que te veo!!! Que si yendo en coche te veo, yendo en moto, a medio metro de tu ventanilla bajada por la que oigo a todo trapo el carrusel deportivo, el espectáculo es dantesco!!! Con esos dedazos llenos de pelos excavando cual taladradoras en unos orificios nasales más llenos de pelos todavía, que cuando sacan el dedo y se enfrascan en convertir el alien en una esfera perfecta y proyectable me dan ganas de chillarle: ¡¡no lo tires en esta dirección, que soy madre de familiaaaaaaaa!!!

Hace unos años estuve en una reunión de trabajo con mi jefe. Cuando entramos, me presentaron a los tres señores con los que íbamos a tratar. Yo, muy profesional y educada, les tendí la mano, y los tres, me la estiraron para acercarme a ellos y darme dos besos. Como 5 minutos después llegaron los arquitectos. Un hombre y dos chicas más o menos de mi edad y bastante feas, a las que los tres señores dieron la mano delante de mis narices con toda su cara cuando se las presentaron. Ese tipo de gestos me dio arcadas entonces y hoy me las sigue dando.

Los que se ponen pulpos cuando se emborrachan. Sobre todo los que son todo correción y distancia cuando van sobrios. Un gesto tan simple como tomarte de la cintura cambia como del cielo a la tierra después de media docena de cubatas. Y no me gustan los cubatas.

Esa forma de sentarse tan masculina como si tu polla fuera la más grande del mundo y te impidiera cerrar las piernas ni siquiera un poco. Desparrame total en la silla de la terraza del bar, aireamiento extremo de genitales, piernacas intimidando a tus compañeros de mesa en plan Aquí estoy yo y mis huevos, y si nos os gusta, os marcháis. Ufff, no le caerá una maceta del balcón de arriba....

Yo no soy precisamente la más fina del planeta, pero si en cada frase que me digas has de incluir la palabra puta...No esperes incluir mi teléfono en tu chorbagenda de putitas, gañán.