15.2.14

Disección de un pagafantas


Adivina adivinanza...¿Quien es el pagafantas?

Pues sí, nunca es tarde para aprender cosas, y yo aún no había tenido la oportunidad de ver de cerca cuáles son las cualidades masculinas que convierten a un hombre en pagafantas. Si alguna vez he convertido a alguno de mis amigos en esa clase de espécimen, juro y perjuro que no era consciente. Desde que empecé a gustar a los tíos, cuando he dejado que alguno se me acercara más de lo políticamente correcto era porque yo también tenía intenciones aviesas hacia él y si ha sido mientras yo tenía pareja, he procurado dejar claras cuanto antes las condiciones de nuestra relación para que no se llevase a engaño. Bueno, vale, en un par de ocasiones pasó que a pesar de tener pareja yo también tenía intenciones aviesas, pero diré en mi descargo que acabamos liados, así que lo suyo no fue pagafantismo!

Pero ahora he conocido a uno, y llevo unas semanas estudiándolo cual ratoncito de laboratorio en un laberinto. Así que ahí van mis conclusiones sobre el tema en tres sencillos puntos.

Punto uno. Se dice que un pagafantas es un buen tío, pero esto no es exactamente cierto. No es un capullo, pero tampoco un pedazo de pan que haría lo que fuera por ti sin pedir nada a cambio. En el fondo es egoísta, porque todo lo que te hace lo hace porque quiere sexo contigo. Todo lo que te aguanta, lo que te lleva y te trae, lo que te invita, no es porque disfruta de tu compañía o por hacerte feliz, es porque quiere meterse en tu cama, y no tiene huevos para decírtelo a la cara.

Punto dos. Un pagafantas de manual es un pesado y le da igual cómo te sientas tú mientras pueda estar cerca de tus tetas. No se da cuenta de que eso auyenta a las damas más aún que el olor corporal. Ejemplo que he visto yo con estos ojitos que se han de comer los gusanos (qué frase más bizarra) este mes, de un tío con los 30 cumplidos: al pagafantas le mola una tía que juega al tenis como él, así que la machaca durante semanas para quedar a jugar, y ella al final cede pero mejor llamamos a alguien más y jugamos dobles, que es más divertido…Primera señal clara que cualquier tío que vale la pena pillaría: no quiere quedarse a solas contigo. Pero él está encantado, ¡por fin ha logrado quedar con ella!
Ok. Ella se encarga de buscar a otra pareja para el partido, que casualmente son dos tipos más monos que el pagafantas. Ella no tiene raqueta, y se la pide a uno de los guapos (a ti, que eres el organizador NO, a otro, dato que un tío que folla gratis habitualmente notaría y tendría en cuenta pero el pagafantas ni huele) El guapo no tiene más que una y se lo comenta al pagafantas que raudo responde: ¡Yo sí tengo! Voy a llamarla y me paso por su casa a llevársela! ERROOOOR. Ella no quiere que se la prestes tú, aunque le hayas dicho una docena de veces que tienes raquetas de sobra, que puede ir a tu casa a recogerla y que la acercas al polideportivo en coche.
¿Cuál será la deriva de los acontecimientos entonces? Pues que si la única manera que tiene ella de jugar al tenis con el guapo es pasar por el aro con el pagafantas, irá a su casa, se dejará prestar la raqueta y llevar al polideportivo para pasarse después toda la tarde ignorando al pobre plasta. Y este acabará mosqueado, con lo amable y atento que ha sido con la desagradecida. Luego le digo de tomar algo los dos solos y así enderezo la situación….¡¡Tío que no aprendeeeees!!! Y esto nos lleva al punto tres.

Punto tres. Un pagafantas no sabe cuando parar, porque no tiene autoestima. Si la tuviera, se encararía con la tía y le diría: “Mira Maripili, me pones muchísimo, y quiero saber si yo a ti también porque me muero de ganas de que me dejes entrar en tu dormitorio. Te aseguro que no me vas a dejar salir de él”. Y si ella dice “no, gracias” pues a otra cosa, mariposa. Pero como no tiene huevos para hacer eso, opta por la táctica de estar pegado a ella con cualquier excusa hasta que caiga entre sus bracitos flacuchos como una manzana pocha de un árbol (iluso). O lo peor de lo peor, que intente tirarte bocao directamente en lugar de DE-CIR-TE-LO porque hay poca luz y estáis solos (aunque sea en un túnel yendo a casa en bus después del curro y no venga a cuento ni de coña). Cobra segura. Al final, lo que ocurre es que ella cada vez se siente más incómoda con su presencia, porque como el tío en realidad ni se insinúa, ni se decide a poner las cartas sobre la mesa, ella tampoco le puede decir: “tío, no tienes nada que hacer”, porque él incluso podría ofenderse. Es como el perro del hortelano pero en calamar. Porque esa es otra, no hay pagafantas atractivo, es un hecho. Suelen estar tanto por el físico como por la personalidad en la zona gris del que no es nada en concreto. Esas personas que no sabes como describir porque no hay nada en ellos que llame la atención.

Pero no se trata sólo de que sean feos, eso es una estupidez, porque tengo comprobado que SÍ hay hombres de bandera feos como orcos que se encaran con la dama que les gusta cual caballeros medievales y si se caen, lo hacen con todo el equipo, pero se levantan con dignidad. Lo hice y salió mal, pero lo hice. Esos me merecen todos los respetos. Un pagafantas, ninguno.



5.2.14

Paso de revistas



Aviso a navegantes: Este NO es un post sobre trapitos, aunque a priori lo parezca.

Josephine no se qué, modelo de Ellite NY. ¿En serio?
Siempre me ha gustado comprar revistas de moda. He pasado por Barbie tu revista, ¡qué pasa, yo también tuve 10 años! El Cosmopolitan, que la compré durante toda mi etapa de instituto y me ayudó bastante en según que cosas, ejem, y ya en la universidad empecé a aficionarme a Vogue, que para algo es la Biblia. Tengo guardados como 10 o 12 ejemplares del Vogue Colecciones, que es lo más para saber qué se va a llevar la próxima temporada y poder actualizar tu armario (puaaaj, como si pudiera comprarlo). Pues ya no. Dejé de comprarlas. Me he cansado. Ya no son para mí. Me he dado cuenta de lo absurdas que son y lo mal paridas que están. Será que me hago mayor. Y el caso es que ahora es cuando sí deberían ser para mi, porque soy su target.

No puedo con el canon estético de las modelos actuales. En los 90 las reinas de las pasarelas eran unas pedazo de jacas que tiraban de espaldas y decoraban tanto las fantasías de los tíos como las expectativas estilísticas de las catetas adolescentes que éramos. ¿Quién no ha querido tener alguna vez en pelo de Cindy Crawford, los ojos de Linda Evangelista, el culo de Naomi o la boca de Christy? O ya puestos, la cuenta corriente de cualquiera de ellas. Eran mujeres de bandera, parecían mujeres de bandera y las jovencitas queríamos ser (o al menos parecer) mujeres de bandera. Éramos capullas, lo sé, pero es un hecho que no varía con el paso del tiempo. Ellos quieren ser duros, ellas quieren ser guapas. Pues eso.

Luego llegó Kate Moss y se fastidió todo. Que viva la androginia, la delgadez enfermiza y la cara de pocos amigos. La pinta de fumada perpetua. Y ahora toca la infantilización extrema.
Resulta que para vender productos que sólo puedes aspirar a comprar si eres una ejecutiva de éxito (y eso antes de los 30 pocas lo consiguen) te camelan con una niñita de menos de 20. En las revistas de moda hace tiempo que no veo más que caritas de ángel a las que apetece dar un plato de paella después de haber lavado la cara con jabón porque ¡no tienen edad para llevar maquillaje!.
Vale que las modelos siempre han sido altas y delgadas, y ha de ser así, es lógica pura. Muestras mejor la caída de una tela si la mueven unas piernas largas y esbeltas que unas rollizas y cortas, y que no se me subleve nadie por esto, porque el error está en pensar que el producto es el modelo de mujer, cuando lo que estás vendiendo es la tela, por tanto lo que has de mostrar de forma que resaltes sus características positivas es la tela, no la mujer que la lleva, que viene a ser una estantería en movimiento.

Pero volviendo al tema de altas y delgadas, perdón, larguiruchas y escuchimizadas quería decir, ¿dónde pone que han de tener 16 años para anunciar una crema antiarrugas? ¡¡Y encima tienen los huevos de pasarlas por el Photoshop!! ¿Dónde pone que han de dar grima? ¿Se supone que tenemos que sentirnos identificadas con ellas, o lo que es peor, esforzarnos por parecernos a ellas???
¡Pero si yo era así a los en el instituto y era el centro de todas las coñas!! Es que yo era A-SÍ. A los 16 medía 1’70 y pesaba 48 kilos, con un 40 de pie y unas piernas largas y flacas como dos palillos chinos. Y no usaba sujetador porque no había apenas nada que sujetar. Me ha costado muchos años y muchas pizzas empezar a tener curvas, ¿y ahora me quieren vender la burra de la belleza total mis dobles del instituto? ¡Venga ya!!!

Y además estoy mayor. Bueno, no lo estoy, creo que estoy en la mejor etapa de mi vida. Soy lo suficientemente mayor como para que me tomen en serio y lo suficientemente joven como para no temer a las novedades, pero estoy mayor para tragarme el cuento de que mi vida mejorará si parezco la radiografía de un silbido. No me impresionan las niñas lituanas (desde hace unos años todas las modelos son de Europa del Este) con sus caritas lánguidas mostrándome los carísimos pantalones que Prada propone para esta primavera-verano. Además, es absurdo. Los Pokemon los anuncian niños, ¿por qué las niñas anuncian Loubutines? A ver: si el público objetivo de esas revistas son las mujeres de entre 30 y 50 años, que pongan a alguna modelo de más de 25, por favor, que ver tanta niña vestida de señora da repelús.

Así que paso. Ya no me gasto un duro en revistas de moda. Ya sé lo que me gusta y me favorece y me lo pongo se lleve o no. Ahora me compro revistas de cine, de motos, y por supuesto la revista Clan, esa que no falte, que tengo un seisañero en casa que se la lee de cabo a rabo.

Y de celitos nada, que también hay modelos que me gustan. Adoro a Giselle Bundchen y su nariz grande, sus ojos pequeños, sus pecas y su aspecto de acabar de venir de la playa. Y ya puestos, también quiero ser Bianca Balti. Sí, sí, la nueva chica del anuncio de David Gandy…