11.10.13

Por qué lo llaman hipster cuando quieren decir feo


Paso de afeitarme...y de follar.

Mirad atentamente al chico de la foto, please. Es un tío guapo. Ojazos a pesar de todo lo que los rodea. Yo lo miraría si me lo cruzara por la calle...Afeitado o con barba de tres días. Si me lo cruzara así, igual le daba un euro y le indicaba por donde queda el centro de médicos del mundo más cercano, pero desde luego no se me iba a escapar un requiebro lujurioso.

Quedada de chicas, bueno, vale, de mujeres, para qué nos vamos a engañar. Ibamos 11 y después de que nos echaran de la tapería donde cenamos, buscamos un local de copas que tuviera la suficiente luz y el volumen justo de la música como para poder continuar hablando entre gritos y carcajadas de nuestra relación de amor-odio con el sexo masculino.
Fachada moderna, limpia y blanca, una exposición de ilustraciones no demasiado mala en las paredes, la carta escrita con tiza por las paredes y música de la que NO suena en los 40 principales por los altavoces. Aquí nos quedamos. Entramos ensimismadas y nos acercamos en plan enjambre a la barra, y desde el otro lado del tirador de cerveza, un par de sujetos, bueno, un sujeto y una sujeta, nos dicen qué queremos. ¡Que te peines, niña, eso para empezar!
El tío era un tirillas, yo tengo más espalda que ese alfeñique de pelo grasiento y sombrerito más pequeño aún que sus inexistentes bíceps. Gafas de pasta, de esas que llevaba el empollón de mi instituto, al que corrían a collejas tanto los rockers como los heavys, y una barba que habría hecho las delicias de los que cantaban “España camisa blanca de mi esperanza”. Fular y camiseta nosecomo porque ya no pude seguir mirando, se me taponaron las córneas.

La tía con una melenita naranja justo por debajo de la oreja, pálida como un muerto, labios rojos y gafas de pasta rojas, color que como todo el mundo sabe combina de puta madre con un pelo naranja. Vestidito de flores sin mangas robado del armario de Lena Durham y collarcitos varios.
Yo me encontraba en ese momento en plena conversación sobre las ventajas de tirarte a un director de cine si eres una mala aspirante a actriz, con una arquitecta y una directora de documentales. (Lo digo para que no quede como que éramos tres catetas que no han salido de su pueblo ni para ir a la romería del de al lado). Pues eso, que a pesar de haber visto cosas que vosotros no creeríais, nos quedamos las tres de pasta de boniato. 

Son Hipsters, díjome una cuando el colega apartó su barba de mi cerveza. Son Modernos, dijo la otra condescendiente. Lo que son es feos de cojones, los dos, por eso necesitan ponerse de todo por encima para conseguir que los miren. En fin, me estaré haciendo vieja, pero eso de la Modernor no me va en absoluto. 

Entonces eché un vistazo en derredor y me di cuenta de que lo de los barbudos y las modernas era epidemia. Habíamos recalado en un garito Hipster. Todos los tíos sin chicha ni limoná y alérgicos al peluquero. Todos miopes, (bueno, eso supongo, por la abundancia de gafas coloridas) con ropa de los 70 y actitud de intelectual de la transición. Y las barbas…¿Porqué?? ¿Qué necesidad hay? Y mira que a mi me encanta una barba de tres días recreándose en la mandíbula cuadrada de un tío de mirada patibularia, pero eso no eran barbas, ¡era dejadez pilosa!, y por ahí si que no paso. El único náufrago que me gusta es Robinson Crusoe.

Cuando por fin parece que la moda de llevar los calzoncillos por fuera de los vaqueros está pasada, ahora les da a los tíos por dejar de afeitarse en masa. Yo no podía dejar de mirar al tirillas poniendo cañas y tapas, rascándose la barbilla y volviendo a la tarea. Cuando la moda de llevar el tanga fosforito a la vista ya parecía superada, va y les da a todas por ponerse feas. No sé decirlo de otra manera. Van vestidas como de abuela putilla. No lo entiendo. Las zapatillitas planas de cordones, los vestiditos de estampados imposibles, los bolsos de plasticazo y todos los cacharritos que te puedas colgar encima.

No es que sea una experta, pero sí se qué prendas favorecen a prácticamente cualquier clase de constitución física, pero sobre todo, sé que prendas me favorecen a mi. ¿No se dan cuenta cuando se miran al espejo antes de salir de que van hechos unos espantajos? Me choca mucho ese afán por afearse que al parecer está de moda. 

Definitivamente, yo no soy Moderna.