23.6.13

¡Aprended de Mr. Darcy, novatos!



Estoy empollando para un examen de inglés al que me presento por libre, soy así de chula, y uno de mis métodos de estudio está siendo ver películas británicas en V.O. subtituladas en inglés.
He revisionado una de mis favoritas, Orgullo y Prejuicio, ¡¡Adoro a Jane Austen!!! y se me ha abierto el cielo de dos formas distintas.

Por un lado, no vuelvo a ver una peli doblada si puedo verla en V.O. Naaaaada que ver. La de matices, inflexiones de la voz, pequeños suspiros, susurros, palabras a medio decir que se quedan por el camino con el doblaje! Las miradas, los roces y los alientos cobran un significado mucho más intenso. Me ha flipado. Ya conocía la historia, tengo todas sus novelas y mi lado romántico la tiene de referente absoluto, pero nunca había visto una de las adaptaciones de sus historias en versión original. Lo sé, a buenas horas, pero bueno, más vale tarde que nunca.

Por otro lado, he redescubierto al PUTO AMO en lo que a conquistar damas se refiere. El gran, el inmenso, el mojabragas más potente de la literatura universal. Mr. Fitzwilliam  Darcy. Y vosotros sin enteraros de que tenéis a vuestro alcance todas sus claves para hacer vuestra a cualquier fémina, porque sale en una “peli para chicas”. Vosotros que os creíais que lo máximo para llevarse al huerto a una tía era parecerse a Vin Diesel, a Mario Casas o al guaperas ese millonario y cerdete de Grey (algún día me haré el ánimo y leeré las 50 sombras esas aunque sólo sea para hablar con propiedad del tema) y resulta que el quid de la cuestión amatoria está en manos de un tipejo del S.XIX que se inventó una solterona de pueblo. Y además, ni siquiera besa a la chica en toda la película. Pues sí, queridos, a veces el no besarla ahora que se lo espera hace que el beso sea mucho más intenso e inolvidable dentro de un par de horas cuando ya lo da por perdido quelosepáis.

Vayamos pues al meollo del asunto. Partimos de la base de que es un personaje literario y convendría que leyerais la novela, pero por ser del sexo masculino, os puede valer para comprobar que mi análisis es cierto simplemente ver la peli del 2005, dirigida por Joe Wright y protagonizada por Keira Knightley y Matthew Macfayden, quien a priori no es nada del otro jueves como jaco pero que en esta estupenda adaptación está que se sale y desprende una química brutal con la flaca de Keira (una paellita para esta chica, pordiosss). Lo dicho, sería mejor que leyerais el libro, pero como los hombres sois muy visuales, si veis la peli, podréis apreciar en todo su esplendor (e intentar aplicar en vuestras conquistas, si estáis a la altura) el abanico de roces, miradas y gestos que despliega Mr. Darcy para tener a Miss Bennet con las enaguas por los suelos.

Analicemos el caso, y por ende al personaje de un modo científico. ¿Qué tiene Mr. Darcy y cómo se comporta que lo hace irresistible?

A. Es frío y poco hablador, parece que no le interesa lo que ocurre a su alrededor, parece que está en la fiesta por compromiso, pero cuando cruza una mirada contigo, la clava como si no hubiera nadie más en la habitación. Enaguas por los suelos.

B. No sabemos a cuantas damiselas habrá quitado el corsé antes de ir a por el tuyo, pero no parece un pichabraba, sino un hombre que sólo caza piezas muy especiales y escogidas. Insisto, no es que sea virgen o mojigato, simplemente, no parece un pichabraba que le va tirando a todo lo que tiene alrededor, sino que sólo está interesado en ti. Y nada hace sentirse más especial a una damisela que un tipo que teniendo la sala llena de féminas, se dedica a lanzarte miradas incendiarias en exclusiva. Enaguas por los suelos.

C. Cuando ya tienes una opinión formada de él y piensas que es un chulo, casi huraño y antisocial, resulta que le descubres sin esperarlo un gesto lleno de ternura que se le escapa y que oculta casi de inmediato para que no descubras que en el fondo es un sentimental, no vaya a ser que te enamores. Ya no sé ni dónde tengo las enaguas.

D. Llegado el momento de atacar, Mr. Darcy no se corta un pelo. Sabe lo que quiere y te lo dice a la cara con pocas palabras pero las justas. “Te quiero y quiero que de ahora en adelante formes parte de mi”. Vale, vale, eso lo escribió Jane Austen hace un porrón de años, pero ya sabéis a lo que me refiero. Con educación y en privado, descubre tus cartas mirándola a los ojos. Eso es lo que haría un Hombre, ¡coño! Eso es lo que haría MI hombre, y si pretendes serlo, aunque sea por una noche, échale huevos, pordiosss.

E. Una vez las cosas claras, si tengo problemas, allí está Mr. Darcy para echarme una mano. No pide nada a cambio, no le cuenta a todo el mundo qué ha hecho y por qué. Mr. Darcy ni siquiera quiere que te enteres tú, no quiere recompensas ni medallitas, que seas feliz le basta. ¿Pagafantas? Si fuera feo y canijo y sus favores incluyeran pasarte kleenex porque te ha dejado otra vez el chuloputas de tu ex, sí lo sería, pero Mr. Darcy es un Hombre, y los Hombres no pasan pañuelos, le dan dos hostias a tu ex y punto pelota. Je t’adore Olivier!!

F. Mr. Darcy se enfrenta a todo para conseguir a su dama. A su herencia, a su tía, a los prejuicios…Pero lo hace porque va en serio. Cualquiera no vale para ser Mr. Darcy, y de eso nos damos cuenta las mujeres enseguida, de quien está haciendo teatro y ese va a la picota fijo.

Y por último, recomendaros encarecidamente que veáis la película lápiz en mano y papel en ristre para anotar cómo Darcy  mira a Elizabeth Bennet, cómo la toca, cómo la busca con todo su cuerpo cuando está lejos pero le deja espacio cuando ella lo necesita. Cómo le dice que la quiere (o que se la quiere tirar, para los más frívolos) y sobre todo, como camina hacia ella en la última escena mientras está amaneciendo.

Si sois capaces de caminar hacia una mujer de ese modo mientras la miráis como si no hubiera un mañana y la tía os dice que no….Es que es gilipollas, la pobre.


3.6.13

A ellos también hay que piropearlos


En cuanto recupere el aliento te digo algo...

¿Sabéis eso del sistema nervioso simpático y parasimpático? Que uno pasa por el cerebro y el otro va a su bola sin pasar por el cerebro y sin que este le diga: sí, esto se hace. Pues a mi me pasa de vez en cuando eso con la lengua. Se mueve sola por puro instinto sin pasar por el cerebro y dice cosas que me salen del alma, del hígado o del furor uterino sin que mi coco las filtre primero y decida si es el momento apropiado para que me exprese con tal fervor y emoción.
Este post no va de las dos primeras opciones: ¡Te quiero desde que empezaste a salir con mi prima, cuñao!! ¡El aliento te huele a culo de cabra, jefa! Sino de la tercera: ¡Tienes los ojos más verdes que el Pantone 354!!

El viernes pasado había quedado a comer con una amiga, iba yo por el centro tan a gusto, disfrutando del solecito, con mis shorts y mis gafas de sol, que al menos por aquí ya vamos en manga corta, cuando me interceptó un voluntario de una ong con la intención de explicarme el proyecto que están llevando a cabo en el tercer mundo, todo muy serio y muy concienciado (el tema no merece menos). Pero claro, el chico me abordó mirándome con dos pedazo de ojazos negros y una sonrisa de esas que seguro le ayudaron a conseguir el puesto, y encima lo primero que me dice, cansado de que nadie se parara a escucharle es: Por favor, ¿tienes un minuto? La gente no se para a escucharnos, ni siquiera nos mira…Y mi lengua se movió sola: ¡Como para no mirarte a ti!
El chico me miró sorprendido y halagado y me dedicó en exclusiva otra de sus sonrisas infalibles, me dio las gracias  y empezó a contarme la historia, pero tuve que interrumpirlo. Ya conocía la ong, llevaba prisa y la verdad, no era precisamente charlar lo que habría hecho yo con el morenazo en ese momento. Así que me despedí cortés y me marché. Y me quedé tan a gusto.

Soy muy piropera, lo reconozco. Cuando algo (o alguien) me gusta se me escapan las alabanzas, los requiebros y las metáforas personalizadas sin pasar por la casilla de salida y sin cobrar las veinte mil (¿alguien cobra veinte mil algo hoy en día?, pero eso es otra historia y merece ser contada en otra ocasión). Volvamos a los piropos. Soy una mujer hetero, bastante hetero, muuuy hetero, de hecho, y se me van los ojos por su cuenta cuando se me cruza por delante lo que yo considero un Hombre cañón, y a veces, sólo a veces, cuando el cañón dispara cerca y me dedica una mirada de soslayo, así, soslayadamente, mi sinhueso se activa por su cuenta y el tipo se va para casa con un “tío, tienes un hijo casi tan guapo como tú” así, por el morro. Lo sé, estoy en la edad y tesitura de fijarme más en los papás recientes que en los universitarios alternativos, ya os tocará, ya. No sólo yo cumplo años, queridas. Y tengo comprobado que a todos los tipos que he piropeado les encanta por varias razones.

Porque no es habitual que una mujer piropee a un hombre. No están acostumbrados y flipan. Igual sí lo es que una veinteañera le diga a su colega de la uni que bueno estás, o que una señora de sesenta medio borracha le diga al camarero del chiringuito de Benidorm “si tú quisieras y yo pudiera, culitoprieto”, pero que una mujer normal piropee a un hombre normal al que no conoce de nada, no es habitual.

Porque es un piropo creado ad hoc para él solito y a quien no le gusta un regalo personalizado! Soy una firme defensora de que los piropos hay que personalizarlos. No vale un ¡estás más bueno que el pan! Eso se lo dices a este y a cualquiera. Nena, usa la imaginación, que a las tías de eso no nos falta, sobre todo a la hora de sacarnos defectos delante del espejo. Yo le dije una vez a un tío de los que llevaba el mantenimiento de los ascensores de mi oficina que con esa espalda podría llevar el logo de su empresa dos veces, y cada vez que volvía me saludaba con un guiño, y la arpía de contabilidad flipando en colores de porqué el superjaco de los ascensores me saludaba tanto.

Porque si junto al requiebro se te nota que no quieres ir más allá, ni los casados ni los que empujan carrito se incomodan (pero por si acaso, que no se te ponga en funcionamiento la máquina piropeitor en presencia de sus señoras o de tu hombre. Eso no es un cumplido, es una falta de respeto) Si se te escapa de forma natural, es gracioso y no lo acompañas de un lametón o un intento de enseñar una teta, no hay tío que se resista a un cumplido. Y luego ya gestionas la situación como más te interese.

Y por último contaros uno de los piropos más bonitos que me han echado. Fue hace muchos años, cuando aún vivía en mi pueblo. Tendría yo unos 15. Entré a una tienda y había dos abueletes que me miraron. Uno me reconoció (en los pueblos todo el mundo se conoce) pero el otro no. El que no sabía quien era le preguntó al otro: ¿Esta chiquilla de quién es? Hace mucho que no veía a una niña tan guapa. Y el otro le respondió: Yo también. Creo que desde la última vez que vi a su madre. Me pareció precioso y les di las gracias con mi mejor sonrisa, pero no os podéis hacer una idea de cómo se puso de contenta mi madre cuando se lo conté, ja,ja,ja.