29.11.11

Las Nieblas de Avalón y Camelot

Hace muchos años, un amigo me recomendó un libro muy especial. Las nieblas de Avalón, de Marion Zimmer Bradley. Una versión en femenino de la leyenda Artúrica. Para muchos críticos, pese a ser absoluta ficción, la versión que más podría acercarse a una supuesta realidad de la época en que transcurren los hechos. Es un libro bellísimo, poético, épico y feminista, en el que las mujeres en general y Morgana en particular, ni son brujas ni culpables de los sufrimientos de sus hombres ni están sometidas al yugo masculino, como es bastante probable, por lo que he leído, que sucediera en la matriarcal sociedad celta (ya sabes, los hijos de mis hijas, nietos míos son, los de mis hijos, lo son o no lo son) con la madre naturaleza como máxima deidad.

Uno de los ejemplos de lo que digo es cómo se trata el triángulo amoroso entre Arturo, Lancelot y Ginebra. En la historia que se nos ha contado habitualmente, la frívola Ginebra seduce a Lancelot después de casarse con Arturo, y por ende, le “pone los cuernos” a su marido el rey. Según Las Nieblas de Avalón, lo que ocurrió fue que el ocupadísimo, joven e inexperto rey Arturo, concierta un matrimonio por interés con una niña de 15 años que vive en la otra punta del reino y a la que no ha visto nunca, y envía a recogerla y a traerla a la corte a su hombre de confianza, el también jovencísimo Lancelot. Cuando Ginebra, que jamás ha salido de su casa ve al pedazo de caballero que viene a llevársela, se enamora perdidamente de él, y él de ella durante el camino de vuelta a Camelot. Allí, es donde el sentido del deber se impone y ambos ceden a sus deseos por Arturo. Con el correr de los años, Ginebra incluso se enamora de Arturo, que acaba confesándole que cree que es culpa de él la falta de descendencia, y no de ella como dice todo el mundo, porque en sus años de correrías, jamás ha tenido ningún bastardo, y le suplica que le de un heredero con Lancelot ¿Con quien mejor que con él?. Y he ahí “los cuernos” Qué distinto de la historia a que nos tienen acostumbrados, ¿no?

Soy muy fan de esta historia, y por eso me lancé de cabeza a la red cuando me enteré de que la productora Starz había rodado una serie llamada Camelot, con el ascenso al trono de Arturo como punto de partida. Menuda decepción, charcos de amargas lágrimas he vertido sobre las costas Bretonas. Morgana ahora además de bruja es un putón verbenero, Merlín parece un periodista del corazón pasado de cubatas y Arturo….que lástima de Arturo…vale que en la serie aún es un muchacho, pero ¿tenia que ser el legendario Rey Arturo de mis amores ese tirillas de dientes torcidos con cara de pez? Vaya error garrafal de casting!!!. ¿no hay actores que parezcan un muchacho pero en los que se intuya auténtica majestad?? Actores jóvenes a los que mires a los ojos una vez metidos en el personaje y de los que pienses: sí, dentro de unos años tú podrías ser Rey de toda Inglaterra. Tú moverás ejércitos. Uff, sólo con repasar el cast de Juego de Tronos, ya me salen unos cuantos de estos.

Qué decepción de serie…no he podido acabar el segundo capítulo. Tendré que releer Las Nieblas de Avalón para recuperarme.

Ah, por cierto, el dibujo es mío, mi versión de los hechos entre Arturo, Ginebra y Lancelot. Ay, qué envidia me da la reina del Pendragón...

24.11.11

Ellos y sus inmensos egos

Llega un punto en la vida de un hombre en que cruza una linea de no retorno, la de no equivocarse nunca. Suele ser a los 50 pero si tiene algo de poder profesional, baja hasta los cuarenta, cuarentaypocos.

Varón, de más de 40 y con gente a su cargo. ¡Ya lo sabe todo! ¡Ya lo tiene todo! ¡ya lo ha conseguido! Será porque es estupendo y entonces su palabra deber ser ley, si no, no habría llegado a donde ha llegado.

Tiene un despacho, una Blackberry y una secretaria. Eso le hace alcanzar cotas de euforia insospechadas, pero…..también le amarga la existencia. A partir de ese momento, el hombre ya no es un hombre, es un gallo, tiene un territorio, un corral propio que se ha ganado con esfuerzo y años de trabajo, y también tiene alrededor otros gallos iguales que él (o lo que es peor, más viejos y con un corral más grande) con los que ha de competir a diario para no dejarse avasallar.

Me quedo con la boca abierta viendo esas luchas de poder, asistiendo como copia oculta (o sin ocultar) a esos intercambios de correos con argumentos de patio de colegio en los que varios de los gallos intentan cacarear a ver quien lo hace más fuerte. Me sigue asombrando la capacidad de algunos gallos, bueno, la verdad es que de todos, porque uno grita más que el otro pero el otro pega a las costillas en cuanto uno se descuida, pues eso, que me sigue asombrando la cantidad de energía que gastan en enfadarse, ofenderse, ponerse dignos, levantar la cabeza, el dedo y la voz en las reuniones y montar en cólera cuando otro gallo osa estirar el cuello para mirar desde más arriba que él.

Si eso es lo que pasa cuando eres jefe…no quiero serlo. Quiero amar mi trabajo, reirme a la hora de comer con mis compañeros sin que se cuestione mi profesionalidad o mi partidismo por un gallo o por otro. Quiero volver a casa con el deber cumplido y la cabeza despejada, sin rencores, no llevar cuenta de las ofensas recibidas sino de las sonrisas provocadas. Pero claro, eso, también hay que currárselo.

14.11.11

Que buena es Julia Otero

Me gusta su forma de hacer radio, su inteligencia, su desparpajo y seguridad a la hora de abordar las entrevistas, respetando al entrevistado pero sin cortarse un pelo si ha de meter el dedo en la llaga. Me gusta cómo solventa situaciones complicadas, pero sobre todo, cuando encuentra a un invitado que está a su altura ya no sólo intelectual sino comunicadora, disfruto sobremanera escuchándolos departir.

Un detalle que me parece delicioso de su personalidad es cómo coquetea discreta y elegantemente con cuanto invitado masculino le resulta atractivo. Aunque tenga 20 años menos que ella. Pasando de mogigaterías y falsas modestias pero sin bajar a la vulgaridad ni dejar de ser profesional en ningún momento. Me encanta. Y ellos caen rendidos a sus pies sin excepción. Porque Julia tiene clase.

La entrevista que le hizo a Arturo Pérez-Reverte el pasado mastes 8 ya fue la repera. Se juntaron el hambre con las ganas de comer. Un par de cocos privilegiados con muchas cosas que decir, un par de comunicadores natos, un par de cincuentañeros de muy buen ver, demostrando una vez más que los hombres (y sobre todo las mujeres) inteligentes y seguras de si mismas, ganan con los años. Pues eso, un par de interesantísimos periodistas que desplegaron un feeling, una conexión entre ellos y unos matices en el tono de voz al hacer las preguntas de ella y responder él, que me hicieron imaginar una entrevista plagada de sonrisas de medio lado, de miradas intensas, de roces casuales que quien sabe cómo habría podido terminar en otros tiempos, en otras circunstancias, en otros menesteres…

http://www.ondacero.es/audios-online/julia-en-la-onda/entrevistas/espanoles-somos-especialistas-perder-oportunidades-derrochamos-vano-oro-indias_2011110800090.html

Qué gusto daba oirlos.

6.11.11

El coñazo del embarazo

No suelo escribir aquí mucha información personal, pero de vez en cuando no puedo evitarlo, necesito un desahogo, una válvula de escape, un lugar donde refugiarme antes de empezar a gritar.
Estoy embarazada. Otra vez. Porque he querido. Otra vez. Porque he querido…¿Por qué he querido? ¿Por quéeeeeeeeeeeee??? Por una sola razón. Porque ya sé que vale la pena lo que viene después. Durante unos años estuve segura de que no me embarazaría más, al menos no de motu propio, pero la verdad es que quería otro hijo. Si conocierais al que tengo entederíais porqué lo digo. Sólo espero que el que viene sea especial a su manera, porque jamás podrá ser tan increíble como su hermano mayor, y sería muy injusto por mi parte recordárselo cada vez que no esté a su altura.
Pero bueno, a lo que vamos. Al grito, al desahogo. 9 meses antes de que el enano llegue a tu vida, empieza el calvario. Porque estar embarazada es el peor momento de la vida de una mujer (bueno, aún me falta pasar por la menopausia, pero no se yo…) Es una mierda, es una putada, un desastre hormonal continuo, un via crucis largo y cansado que has de pasar tú sola, sí o sí.Supongo que cada una lo vive de una manera, pero con la vida tal como la tenemos montada hoy en día, con las jornadas laborales infernales, las idas y venidas y lo que se exige (nos exigimos) a nosotras mismas, estar embarazada es un auténtico coñazo.
Todo empieza con las angustias del primer trimestre, que van desde estar todo el día con ganas de vomitar a estar todo el día vomitando. Eso sí, haciendo tu vida normal en la oficina rindiendo como siempre y aguantando al universo en geneal que parece haberse puesto en tu contra. Serán las hormonas. Perdón, ahora me toca llorar un ratito en el baño sin saber porqué y que luego no te lo noten, que tienes una reunión.Durante el segundo trimestre sólo estás cansada, torpe, despistada…te sientes frágil, fea, indefensa, agotada, indigesta. Te duele la espalda, la tripa, la autoestima…Eso sí, una cosa buena, yo tengo el pelo y la piel grasos, y ahora mi piel está genial y el pelo me aguanta limpio 4 días. Bueno, eso y por supuesto el olvidarme de la todopoderosa regla durante 9 meses.
El tercer trimestre es el peor. Parece que esto no va a acabar nunca, que tu cuerpo va a explotar de pura hinchazón y tu cerebro de puro hastío y agotamiento, y ves cada vez más cerca el momento del parto, que asusta mucho, aunque la medicina sea hoy una gozada para las embarazadas (en pocos casos más se ha conseguido reducir el índice de mortandad como en el de los nacimientos, algo bueno tenía que tocarnos)
Por último viene el post parto, que es lo peor de lo peor, ahí es donde necesitas de todas tus fuerzas para superar el trance, pegándote al mantra “no soy una superwoman, llorar es normal y aunque ahora no lo creas, se pasa”




Pero…..pero hay una cosita que no he dicho…un día vas a una ecografía, cabreada del trabajo, llueve, te duele la espalda a rabiar, te han hecho esperar 45 minutos, y te tumbas, te enchufan el aparato en tu abultada tripa de las narices...y ves a una pequeñaja bailoteando. Sólo tiene del tamaño de una berenjena, pero ya gasta un perfil de Top Model que quita el hipo, y jurarías que está sonriendo. Y está sana, y todas las pruebas dicen que está bien, que no hay peligro, que va todo sobre la marcha. Y entonces te sube una cosa inexplicable por el cuello que te cierra la garganta y se te llenan los ojos de lágrimas y alucinas por lo bien que lo está haciendo tu cuerpo destrozado y vuelves a casa con una sonrisa idiota que te dura días (hasta el próximo tirón de la espalda, probablemente) y te sientes como Angelina frente a los flashes, hermosa, radiante, especial. Convencida de que a pesar de todo, vale increiblemente la pena.